Todos sabemos que la responsabilidad social corporativa que desempeñan las empresas está en boga en los últimos años, por eso creo que es un tema merecedor de opinión.
Desde hace unos años observamos en la publicidad cómo las empresas (de cualquier tipo) se preocupan cada vez más por los problemas sociales y medioambientales que preocupan a la población. Sobretodo desde que se ha hecho latente el problema que tenemos con la contaminación y con lo que esta puede comportar.
Las agrupaciones medioambientales y solidarias han realizado una fuerte presión hacia la sociedad, incluida la política, y esto ha hecho que este tema sea de gran importancia para gran parte de la población.
Las empresas han sabido aprovechar la situación y por eso muchas de ellas producen sus productos sin contaminar, destinan beneficios para obras sociales (investigación sobre enfermedades, disminución del hambre en el mundo, construcción de patrimonio cultural en países empobrecidos…), etc. Es decir, que han descubierto una nueva forma de acercarse a la ciudadanía.
Al principio las empresas podían hacer servir esta estrategia para conseguir un doble objetivo. En primer lugar simpatizar con la sociedad, como ya he dicho, y en segundo lugar diferenciarse de una manera totalmente nueva de la competencia. Pero ahora, es tal la explotación que realizan las organizaciones en este sentido, que puede que resulte ya ineficiente como diferenciación de la competencia.
Pero lo interesante quizás sea la interpretación que realiza el receptor al recibir este tipo de mensaje por parte de las empresas “solidarias” (y no hablo exactamente de efectos que pueda producir en la sociedad). El receptor en un primer momento se simpatiza con esa empresa, pues ve que está ayudando a una parte de la sociedad que está más necesitada, o quizás que está respetando al medioambiente en su proceso de producción. Pero luego reflexiona y se da cuenta de que en realidad solo pretenden encandelarnos aprovechándose de temas tan importantes para la sociedad. Sí, puede que ayuden en un pequeño porcentaje, pero su finalidad más importante sabemos que no es esa, sino la de ampliar su cuota de mercado. Además esto lo hemos podido constatar por el aumento indiscriminado de empresas (que aun no ha terminado) concienciadas con la responsabilidad social, pues si no suben al mismo carro que sus competidoras perderán cuota de mercado y además quedarán desfasadas.
En definitiva, podemos afirmar que las empresas se están aprovechando de unos códigos compartidos por la sociedad, como la preocupación por los más necesitados o por el medioambiente, sabiendo que las personas simpatizarán así con sus productos; pero en mi opinión puede que en un cercano futuro esto les resulte negativo por la interpretación que puedan realizar las personas, como ya he comentado con anterioridad, debido al incremento de corporaciones “preocupadas” por la responsabilidad social.
Lucia López Galmés
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