domingo, 1 de marzo de 2009

La polémica también desfila por la pasarela


Hace escasamente un mes la Justicia de Santiago de Chile autorizó la realización de un desfile que se presentaba bajo el nombre de "Vírgenes Fashion Show" en el que conocidas modelos aparecían caracterizadas como sensuales Vírgenes. Pero antes de que las autoridades tomaran esta decisión, hubo que acatar una gran polémica generada por parte de la Iglesia y los grupos más conservadores, los cuales pretendían impedir la realización de dicho desfile.

El polémico evento, ideado por el diseñador Ricardo Oyazún que pretendía celebrar sus 15 años de trayectoria, presentaba a las modelos con reminiscencias de la Virgen de Fátima, de Lourdes y de Guadalupe, entre otras.

La Iglesia Católica, al conocer algunas imágenes que se ofrecieron a modo de adelanto, calificó el espectáculo como “un atentado contra el derecho humano elemental, como es el respeto a la religión, una provocación y una falta de respeto a la veneración y a la Virgen María”.

Por todo esto, podríamos argumentar que mientras que las funciones de la religión parecían tener como base fundamental la cohesión y el apoyo social, el bienestar emocional, las funciones propias de un servicio social y también el ejercicio de cierto control en la sociedad; no podemos pasar por alto otros aspectos que se esconden bajo la defensa de los valores más arraigados en los sectores más conservadores del catolicismo. La Iglesia también es causante de conflictos en la sociedad e, incluso, en ciertas ocasiones ha llegado a generar actos de violencia fanática y hablaríamos entonces de disfunciones sociales.
Según las propias palabras del diseñador resulta comprensible que estos sectores puedan estar en contra y hay que intentar ser respetuoso con todas las formas de pensamiento, pero “también pido que se me deje expresarme”.

Se trata de un debate formado por la combinación entre arte y moda por una parte e ideología y creencias por otra. En este caso, la Iglesia conservadora está demandando que se restrinjan sus propios prototipos virginales en cualquier pasarela. Intenta marcar unas pautas entre lo que pertenece a su propio culto interno y aquello que forma parte de la vestimenta o los shows fashionistas actuales. Pero entonces, ¿Qué ocurre con el expresionismo libre de los artistas más contemporáneos? En este caso el desfile no atentaba moralmente, ni de forma denigrante ni a través de la blasfemia, contra todos los principios del catolicismo. Los diseñadores, siempre que sea de forma respetuosa, también tienen derecho a intentar mostrar su parte más transgresora e innovadora.

No debemos olvidar que en las pasarelas también se intenta plasmar arte. Porque, ¿Quién no recuerda el desfile de David Delfín en el que el diseñador mostró a sus modelos en penumbra y con las caras completamente cubiertas con capuchas? Este show no era más que una representación de la obra “Los amantes” de Magritte.

Entonces, ¿Qué puede haber de denigrante en trasladar la cultura católica a un desfile? No se atenta contra los pilares eclesiásticos, simplemente se trata de una forma diferente, más creativa y actual, de tratar aspectos anclados en la sociedad de una forma desde siempre más conservadora y tradicional. Pero, aquí opiniones pueden haber muchas. ¿En cuál te posicionarías tú?

Sonia Micó Huertas

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